miércoles, 10 de diciembre de 2008

INVENTIVA

Los adolescentes actúan y piensan de acuerdo con el tiempo en que viven, y esta etapa de la vida es la más sensible a los cambios sociales y culturales. El adolescente de hoy no es igual al de ayer ni será igual al de mañana. La escuela, debe identificar estos cambios y renovarse en torno a ellos para que desempeñe un papel relevante en el proceso educativo de los jóvenes.

La escuela puede ser un espacio cordial y democrático o un lugar hostil y autoritario, en esto juegan un papel relevante las relaciones e interrelaciones que se generan a partir de los procesos enseñanza aprendizaje.

De acuerdo con Emilio Tenti Fanfani, una buena escuela para los jóvenes, debe tener las siguientes características:
  • Ser una institución abierta que valoriza y tiene en cuenta los intereses, expectativas y conocimientos de los jóvenes
  • Una escuela que favorece y da lugar al protagonismo de los jóvenes y donde los derechos de la adolescencia se expresan en instituciones prácticas (de participación, expresión, comunicación, etc.), y no sólo se enuncian en los programas y contenidos escolares.
  • Una institución que no se limita a enseñar, sino que propone motivar, interesar, movilizar y desarrollar conocimientos significativos en la
    vida de las personas.
  • Una institución que se interesa por los adolescentes y los jóvenes como personas totales que se desempeñan en diversos campos sociales (la familia, el barrio, el deporte, etc. Y no sólo por los alumnos en tanto aprendices de determinadas disciplinas.
  • Una institución flexible en tiempos, secuencias, metodologías, modelos de evaluación, sistemas de convivencia, etc; y que toma en cuenta la diversidad de la condición adolescente juvenil.
  • Una institución que atiende a todas las dimensiones del desarrollo humano afectiva y cognitiva. Una institución donde los jóvenes aprenden a aprender en felicidad y integra el desarrollo de la sensibilidad, la ética, la identidad y el conocimiento técnico racional.
  • Una institución que acompaña y facilita la construcción de un proyecto de los jóvenes. Para ello deberá desplegarse una pedagogía de la presencia caracterizada por el compromiso, la apertura y la reciprocidad del mundo adulto para con los adolescentes jóvenes.
  • Una institución que desarrolla el sentido de pertenencia y con la que los jóvenes se identifican
  • Los profesores juegan un papel fundamental; su forma de interrelacionarse social y académicamente con los adolescentes y su capacidad para intervenir en cuestiones pedagógicas pueden facilitar el crecimiento afectivo, y cognitivo, y es aquí donde como profesores debemos organizar los contenidos en trabajos generadores de experiencias de aprendizaje que le sean significativas. No debemos olvidar que el alumno es el centro del proceso enseñanza y aprendizaje. Tenti menciona: “Trabajar con adolescentes requiere una nueva profesionalidad que es preciso definir y construir”.

    Aterrizando lo anteriormente expuesto y para mejorar nuestro trabajo docente con adolescentes planteo las siguientes sugerencias:

    A) Establecer un Reglamento de Clase en conujnto, integrado por lineamientos que orienten las maneras de convivir y coexistir en el aula, armado en conjunto con los estudiantes debido a que las formas de socialización son parte de la vida en la escuela, pero en ocasiones pueden formar grupos de convivencia que provoquen problemas entre pares o con los maestros.

    “Valoran mucho el sentir que el profesor pone límites…respetan los límites impuestos a nivel autoridad escolar, pero con diálogo, no al estilo escuela tradicional” (Laza, 2005).

    “La norma debe ser arbitrada, no arbitraria” (Valencia)

    B) Definir estrategias de trabajo que consideren las prioridades en la formación del adolescente (Construcción de su identidad y desarrollo de funciones cognositivas de acuerdo a su edad), atendiendo la diversidad de formas en que se manifiesta está etapa de la vida

    C) Conocer a nuestros estudiantes. En la escuela los alumnos comparten gustos, proyectos y sueños que conforman parte del proceso de construcción de la identidad; identificar y analizar las manifestaciones de la identidad de los adolescentes nos permite, como docentes, ubicar aquellas condiciones que favorezcan el trabajo con el grupo.

    • Conocer a fondo las expectativas propias y la de los adolescentes en relación con el aprendizaje, para aprovechar las coincidencias con el fin de apoyar a los alumnos en la construcción de nuevas expectativas sobre la escuela que les permitan percibir al conocimiento como una fuente de interés.
      Las expectativas del profesor hacia el aprendizaje de sus alumnos, se pueden plantear mediante una carta dirigida a los alumnos, y a su vez los alumnos escribir que esperan de la materia y escuela. Revisando periódicamente si se han cumplido o no estas expectativas, algo parecido al servicio de tutorias.
    • Conocer el mundo de significaciones nuestros alumnos adolescentes, nos dará la posibilidad de plantear situaciones de aprendizaje significativo, y es aquí donde puede ver concretadas las expectativas del adolescente con respecto a la escuela y el aprendizaje. “Aquello que podamos ofrecerle a un adolescente en formación como experiencia- no como datos-, marcará para siempre su vida” (Valencia)

    C) Organizar con una secuencia lógica los contenidos para darle un sentido al aprendizaje, esto siempre desde la óptica del alumno.

    D) Contribuir al desarrollo de habilidades del pensamiento por medio de contenidos escolares. El cerebro infantil termina por desarrollarse en esta etapa, por lo que se tienen que generar la experiencia de los nuevos procesos mentales, más que de nuevos contenidos. “Sentirse competente le supone al alumno pensar que puede aprender” (Escaño 2000)

    E) Las expectativas nosotros como docentes sobre nuestros alumnos deben de ser: altas, positivas y no prefijadas. Los prejuicios muchas veces se van convirtiendo en aseveraciones que en muchas ocasiones determinan nuestra actitud hacia los estudiantes.

    Si las expectativas del maestro son positivas y altas, tal vez las mismas influirán favorablemente en el rendimiento de los alumnos. De no ser así la situación a la que se expone al escolar, puede poner en riesgo su aprovechamiento inmediato y lo que es más importante, la formación de su personalidad” (Good y Brophy).

    Estas consideraciones son importantes ya que en nuestro trabajo docente con adolescente debemos: “Ser adultos para permitir que otros se conviertan en adultos” (Valencia). Tenemos que recordar que debido a que la adolescencia esta caracterizada por los continuos cambios producidos en el individuo en plano intelectual, corporal, social y psicológico. “Si hay crisis en la adolescencia, no sólo para el joven, sino para todo el sistema en el que se encuentra” (Marin).

    La palabra crisis implica retos y oportunidades, ante este panorama hay que realizar los ajustes necesarios en nuestra labor docente, en beneficio de nuestros alumnos.

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